Así como triste es la noche,
hermosa es la mañana
vestida de brisa y luz
arrullada por el agua.
La mañana que calma la sed
y alimenta sus criaturas.
y
me regala pensamientos azules
y nítidos
en el tiempo de mi tiempo.
Estallan las campanas del silencio
y ella es cofre
que alberga
mi enmohecido corazón
asolado por las penas de los niños desnudos
como una copa de albricias
que se derrama por los campos
y los cielos
sembrando pan y flores
en su lúdica fluidez.
Calcifica la tristeza del mundo,
mañana nueva
y háblame de Dios
hasta que el sol encienda
la tórrida noticia de las mentiras
y el hambre.
Hálito de dispersas semillas,
abre tus manos
cada vez
para posar palomas en las cúpulas
y bendecir los trenes oxidados.
Olvídate en este patio
para siempre
antes de que me envuelvan los laberintos.
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