La imaginación colectiva, quiso establecer hacia 1872, año de publicación del Martín Fierro, una relación directa entre la realidad y la ficción. Los lectores de aquellos años daban por absolutamente cierta y real la existencia de un gaucho llamado como el de la obra, a quien habían acontecido todas las desgracias y sinsabores que el autor plasmó en la misma. Curiosamente, en la composición del gran poema argentino, la crítica descubre que partes en las que se describen las aventuras de otros personajes menores, fueron en una primera instancia, pensadas para el protagonista. Por supuesto, como toda obra de ficción, se trata de una creación de la imaginación de José Hernández, tanto que, como todos sabemos, su nombre es tomado del partido de San Martín, en el que pasó su infancia y el apellido, de un apodo que se atribuye a su contextura física.
Es que de alguna manera, la magia de la literatura consiste en que cada lector puede volar con su propia imaginación y realizar relaciones con su propia realidad. Por algo se dice que existen tantas interpretaciones de un texto como lectores pasen por el mismo.
La materia propia del género narrativo es la ficción. Imagínense que de lo contrario, Furia sería un caballo escritor; el autor de Corazón, un niño de cinco años y qué nos queda para el gran Dante sino sospechar que paseó por el infierno y volvió de la muerte. En sí mismo, ni siquiera el narrador es el autor. El narrador es también ficticio, una producción de la mente creadora del escritor que cuenta una historia, fabula, inventa.
Me ha ocurrido recibir comentarios en los que se identifica tal o cual personaje de mis cuentos con quién sabe qué señor o señora de la vida real . Si así fuera, si mis cuentos tomaran referencias reales, entonces, yo habría vivido en la Alemania Nazi, practicaría ritos de la macumba y me habría suicidado en una ciudad marina.
La distinción es elemental. Existen cuatro géneros literarios: la lírica, en la que efectivamente, el autor vuelca mucho de sus emociones y sentimientos; el drama (único que aún no he publicado) que se desarrolla para ser representado frente a un público; el ensayo, que expresa efectivamente el pensamiento de su autor (por ejemplo, mis “pequeños ensayos”, en los cuales manifiesto mi opinión sobre el normalismo o el fútbol contemporáneo, y por supuesto, se prestan a la polémica) y la narrativa, que es ficcional, a través de la cual el autor crea mundos imaginarios, como todos los cuentos que publico en mi página, por ejemplo El Pescador, Chalet antiguo se vende, El collar de huesitos de ónix, La fea o Encontrar amigos.
Cuando un cuento suscita comentarios, entonces descubro, maravillada, cómo las emociones del lector se mezclan en su subconsciente con su propia mirada de la realidad, y establece relaciones subjetivas con su propia vida. Verdaderamente, la literatura es fascinante.
Esto es un pequeño ensayo……
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